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Los compañeros de piso de Oyarzabal

Julen Oruesagasti, Mikel Vitores y Jon García posan con camisetas de la Real y el Eibar. Los tres son amigos de toda la vida y ahora compañeros de piso de Oyarzabal.
Julen Oruesagasti, Mikel Vitores y Jon García posan con camisetas de la Real y el Eibar. Los tres son amigos de toda la vida y ahora compañeros de piso de Oyarzabal. / MICHELENA
  • El delantero de la Real Sociedad reside en Amara con tres amigos de su cuadrilla de Eibar con los que estudia

Los tres protagonistas de esta historia conocen mejor que nadie a Mikel Oyarzabal, casi más que su propia familia. ¿Por qué? Porque le han visto dar las primeras patadas al balón en Eibar, porque han estudiado con él en el colegio La Salle-Isasi, y ahora en la Universidad de Deusto, y porque desde hace dos semanas se han convertido en sus nuevos compañeros de vivienda. Como lo oyen. Julen Oruesagasti, Mikel Vitores y Jon García ocupan tres de las cuatro habitaciones de un piso de alquiler situado en Amara, cerca de la facultad y también del estadio de Anoeta. Mikel Oyarzabal ocupa el cuarto y restante dormitorio. La cuadrilla permanece unida a pesar de los vaivenes.

Nadie como ellos para acercarnos al día del día del delantero de la Real Sociedad, que sigue compaginando con la precisión de un relojero los entrenamientos y compromisos deportivos con unos estudios a los que les presta una dedicación exquisita. Ellos son los últimos que le despiden antes de marcharse a dormir pero por por la mañana la cosa cambia: los diferentes horarios no les permiten juntarse en el desayuno.

«Nos mudamos el 6 de septiembre y aquí seguimos, como si nada», arranca Mikel (19 años) el relato sobre su tocayo: «Conocemos a Oyarzabal de toda la vida. Hemos estado siempre juntos en clase, somos todos parte de la misma cuadrilla y ahora el destino ha querido que nosotros estemos en la universidad con él. Eso ha ayudado para que nos vayamos los cuatro a compartir un piso», continúa. Oyarzabal residió el pasado curso en el Colegio Mayor Olarain, en el Antiguo.

A pesar de la juventud y de un súbito ascenso al primer equipo de la Real Sociedad, Vitores no aprecia grandes diferencias en la forma de comportarse de su amigo. «Si te somos sinceros él es el único deportista de los cuatro. Por lo demás es un tío muy normal. Está con nosotros, se marcha a entrenar en Zubieta y luego se preocupa más que nadie por los estudios. Evidentemente el tiempo que pasa entre semana en las instalaciones de la Real le impide asistir a la facultad, por lo que somos nosotros y el resto de compañeros de clase los que le ayudamos», relata.

Conocemos las sensaciones de los entrenadores que han podido disfrutar de la magia del eibarrés en categorías inferiores pero no las impresiones de sus amigos, que no cesan a la hora de lanzarle elogios: «Siempre ha destacado, eso es verdad. Desde pequeño hemos tenido en el colegio a gente muy buena jugando al fútbol pero él siempre estaba un peldaño por encima del resto. Se veía que iba a llegar lejos».

Su cuadrilla le recibió con una pancarta la pasada temporada en Ipurua

Su cuadrilla le recibió con una pancarta la pasada temporada en Ipurua / Morquecho

«No le pedimos cosas»

A pesar de formar parte del vestuario del primer equipo y de haber jugando contra las mayores estrellas del firmamento, ninguno de los tres le pide camisetas, autógrafos o cualquier otro privilegio: «En la cuadrilla somos 35 chavales y nunca le hemos pedido nada, ahora que está en la Real tampoco. Cuando él nos quiera dar algo será bienvenido. Es cierto que poco a poco se va portando con alguna cosilla y por ejemplo nos ha regalado una camiseta suya firmada para enmarcarla en el local que tenemos en Eibar».

Con Vitores continuando en su labor de narrador, pasamos a indagar cómo reaccionaron al verle dentro de la convocatoria para el stage de Austria del verano pasado, cuando Moyes se lo llevó junto a Igor Zubeldia en un movimiento que nadie se esperaba. «Si cuando estaba en juveniles y le subieron al Sanse ya fue la bomba, imáginate cuando nos enteramos que se iba de gira con la Real. ¡Nos pasábamos todo el día enganchados a las noticias y al twitter!», exclama Vitores con una sonrisa. «Pero tampoco hemos tenido tiempo para celebrarlo, de hecho no le he visto ponerse nervioso en la vida», prosigue su relato.

En este punto de la conversación Jon García toma el relevo de Mikel. Es el más joven de los cuatro, ya que cumplirá 19 años dentro de unas semanas, y mantiene el mismo discurso que su amigo. Es él el primero que se lanza a contarnos algunas anécdotas divertidas que han vivido con Oyarzabal en los últimos meses, como cuando fue llamado a la concentración de la selección por Vicente del Bosque. «Íbamos en coche cuatro personas, entre ellas Mikel. Uno de nosotros estaba ojeando twitter en el móvil y se dio cuenta de que le habían convocado. Se lo dijimos pero apenas se inmutó, y eso que no se había enterado hasta ese momento. Ojo, que te convoquen con la absoluta no es ninguna tontería. Nosotros nos pusimos a gritar, a comentarlo y a reírnos de su reacción, que fue divertida. ¡No es normal que sea tan tranquilo!», sostiene.

Otro de los momentos inolvidables que arrojó su debut en la Real la temporada pasada fue el enorme cabezazo al Barcelona en Anoeta, un espléndido gol que encendió las llamas de la afición y de su cuadrilla. «Ese partido lo fuimos a ver a casa de un amigo y nos volvimos completamente locos. ¡Contra el Barcelona! Se nos hace raro porque todo ha sido muy rápido», cuenta García que, por otro lado, coincide a la hora de valorar lo bien que compagina Oyarzabal el fútbol y la universidad: «Los estudios nunca los ha dejado a un lado, ni hace unos años cuando se tenía que desplazar casi todos los días desde Eibar a San Sebastián, y viceversa, para entrenar. Si tuviera que destacar una cualidad suya sería la madurez que todavía no tenemos los demás».

Un buen guía de la ciudad

Jon tiene la receta para que el futuro siga siendo igual de brillante para su amigo. «El año pasado vivió un boom y ahora es el turno de afianzarse. Hasta ahora le están saliendo bien las cosas y es porque se lo curra. Está trabajando muy bien. Esperemos que siga así porque siempre se dice que lo más complicado es mantenerse», explica.

Después de repasar las sensaciones que transmite Oyarzabal en su círculo más íntimo llega la hora de escarbar un poco en la convivencia y en recordar situaciones curiosas que hayan podido vivir los tres con él por la calle, ahora que empieza a atraer las miradas en San Sebastián y los alrededores. Julen Oruesagasti se erige en portavoz para conducir este y otros asuntos.

«Lo está llevando muy bien, con una humildad y tranquilidad increíble. Yo creo que es lo que le hace fuerte y el mejor. ¿Si le vacilamos? Con alguna entrada fuerte que le hacen sí que nos echamos unas risas. Yo me quedo, al igual que Jon, con ese golazo al Barcelona que lo viví como si lo hubiera metido yo mismo», arranca.

Su cuadrilla está orgullosa de él, aunque los corazones de unos y otros palpitan en direcciones diferentes. «Somos muchos y es normal que haya gente del Eibar, de la Real... y también del Athletic. Pero solo son cuatro o cinco, no hay de qué preocuparse. Pero por encima de todo somos de Mikel Oyarzabal», señala Julen, cuya pasión no es el fútbol ni otro deporte sino la música.

Se le escapa una sonrisa al preguntarle lo que le pasa por la cabeza al ver cómo ahora Oyarzabal juega contra Barcelona o Real Madrid cuando hace dos años era un compañero del colegio, de travesuras y de momentos inolvidables: «Un amigo de toda la vida que esté jugando al lado de Messi o Cristiano... cuesta asimilarlo, ¿eh?».

A pesar de las clases, de los entrenamientos y de los partidos, los cuatro amigos encuentran huecos para salir a tomar algo y desconectar: «Es generoso pero lo justo, tampoco quiere pasarse. A veces nos invita a la cena o al café y pintxo que tomamos por lo viejo». Lo más complicado de asimilar es la manada de chavales que se acercan a ellos al detectar la figura de Oyarzabal. «Es una pasada porque los niños se vienen bastante arriba y le gritan. ¡A veces me he llegado a cruzar con él por la calle y no nos paramos por lo que tiene detrás!, se ríe. Lo curioso es que «en Eibar la gente no se para y pasa más desapercibido».

En los restaurantes sucede más de lo mismo: «Alguna vez hemos ido a cenar y nada más entrar en un establecimiento se empiezan a escuchar susurros. A él no se si le hace mucha gracia pero nosotros, en el fondo, nos reímos un poco. Creo que él se siente un poco abrumado en esas situaciones».

Los cuatro son de Eibar pero Oyarzabal es el que más conoce Donostia, por lo que aprovecha para sacar sus dotes de guía turístico de la ciudad. «El otro día nos llevó a la zona de Miraconcha y a un mirador en Ulía desde el que se ve el Kursaal y la playa. Nosotros no vamos a Zubieta, nada de eso», remata Julen.

La expectación que sigue generando el delantero de la Real Sociedad conlleva que sus tres amigos se vean abrumados por las peticiones por conocerlo: «Sí, mucha gente viene a darnos la lata porque quieren conocerle pero nos vemos obligados a decirles que no. Sí que viene alguno al piso con nosotros, en eso no hay problemas siempre que esté relacionado con la universidad»

Queda por averiguar cómo se reparten las tareas en un hogar que todavía está bastante vacío. Julen se encarga de aclararlo: «En el piso nos vemos bastante pero no hay turnos establecidos de limpieza ni de cocina. Cuando hace faltar barrer, se barre y así con todo. Yo me desenvuelvo bien con las fajitas, por ejemplo. ¿Oyarzabal? Nos hace ensaladas y espaguetis bastante ricos. Se cuida con la alimentación, sobre todo en las previas a los partidos».