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Raúl Navas cabecea el balón ante la presencia de los jugadores del Villarreal Álvaro y Musacchio.
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La Real tuvo dos problemas ante el Villarreal. No supo penetrar por la maleza del centro y no estiró la lona con acierto

Mikel Madinabeitia

Lunes, 20 de febrero 2017, 10:57

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Hay una tendencia imparable en el fútbol de los últimos tiempos. Empiezo a pensar que el juego tiene cada vez más ramalazos de fútbol sala, como si el juego de posición y la progresión a modo de cordada alpina se impusiera a las transiciones vertiginosas, los disparos desde fuera del área y el clásico esquema de centro-remate. Todos los equipos de la Liga tienen problemas a la hora de desarbolar a un equipo que planta el autobús en su área, como hizo ayer el Villarreal en Anoeta. La Real, y eso es una virtud, no paró de intentarlo. Los de Eusebio no tienen el balón solo para entretenerlo, sino para pinchar hasta encontrar la zona magra. Pero ante un equipo que sabe lo que hace y se repliega como un acordeón, estrechándose en el vértice del área y regalándote las bandas, la sensación es que te das golpes contra la pared. Una y otra vez. Cuando hay mucha maleza, hay que estirar la lona.

La Real pronto se dio cuenta de que le iba a costar. Asimiló que la noria del centro no le iba a dar sus frutos y apostó por los ventiladores de fuera. Yuri y Odriozola agitaron sus bandas y lo cierto es que no se les puede pedir más... Porque el juego de Eusebio se ha distinguido por mover rápido el balón por el medio buscando desordenar al rival. Una especie de noria central pero con mayor dinamismo de los propios jugadores para generar dos inercias dentro de la misma superficie, la del balón y la de los futbolistas. Ahí está la noria: giran los jugadores dentro de esa zona y gira el balón entre ellos.Illarra, Zurutuza, Prieto y Vela, especialmente, son maestros en interpretar estos movimientos. Paso y me muevo. Paso y cambio de ritmo. Giran los jugadores dentro de esa zona y gira el balón entre ellos. Pero hay días en que el ojo de la tormenta está precisamente ahí, por eso los futbolistas se sienten enjaulados. Para encontrar una solución se hace imprescindible que por fuera se produzca un vendaval. Ayer lo hubo por momentos pero...

Faltó, claro, la figura del delantero centro. Esa pieza que sabe bajar balones y distribuirlos por la zona caliente, esa pieza que intimida al oponente, que fija un central. No estaba Willian Jose y el Villarreal fue feliz. Los amarillos, que habían recibido una paliza el jueves, demostraron tener bien estudiada a la Real. Los de Escribá cumplieron las instrucciones a la perfección. Se juntaron y bascularon, se agruparon y cerraron cualquier espacio. Orientaron al rival siempre hacia zonas ocupadas y fuertes. No concedieron ni un palmo de terreno débil. Y hacer lo que tienes que hacer ante un rival que te exige es una gran cualidad.

La Real es audaz y posee un juego valiente. Por eso mismo, se encontrará cada vez con más frecuencia con planteamientos como el de ayer. Ese es el próximo reto. El siguiente jeroglífico a resolver.

LO MEJOR: Illarramendi.

LO PEOR: La inseguridad de Rulli.

LA PREGUNTA PUÑETERA: ¿Alguien entendió el cambio de Oyarzabal?

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